4/4/12

La cabellera de la Shoá

"Dice que la fatalidad es el motor de la vida y que por no asumirla "unos se hacen jefes de Estado, otros directores generales y otros, poetas". Eso, no obstante, no garantiza nada. Si la poesía no viene, no viene. Es inútil llamarla: "No basta con escribir sobre temas eternos para asegurarte la eternidad". (...)

"No había vuelto a la poesía y pensé que sería por algo. Cuando no llegan las palabras es tal vez porque uno no se lo merece". (...)

Todo cambió hace dos años. Durante una visita al campo de exterminio de Auschwitz, descubrió 1.950 kilos de pelo de mujer que ocupaban un mueble de 14 metros. "Cuando lo vi tuve que poner las manos en el cristal porque con los ojos no me valía", recuerda.

"Había cabello rubio, moreno, pelirrojo, todo mezclado, decolorado por el paso del tiempo. De repente, me pregunté ¿de qué color es este pelo? Era un color nuevo. No había existido antes". Cuando salió de un lugar sobre el que lo había leído todo y en el que casi todo terminó sorprendiéndole, se dio cuenta de que debía responder a aquella pregunta y "dar una limosna a aquella mendicidad".

El resultado de aquel impulso es La cabellera de la Shoá, un poema-libro de 1.000 versos con el que se cierra la nueva edición de su poesía reunida Biografía (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).

Fue en plena guerra y a su madre "se le puso una palpitación que ya no la abandonó nunca": el temor de que llegara una carta anunciando que su padre había muerto defendiendo la República. Pasó la guerra pero no el temor, que no se materializó pero devolvió a la familia al pueblo de los padres, Tomelloso. (...)

A él lo convirtió en estudioso del flamenco, alguien que se sabe de memoria decenas de coplas como esta: "En la torre está el reloj / el mochuelo, en el olivo / en mi corazón, la pena: / cada cosa está en su sitio".
Félix Grande la elige para subrayar lo que el dolor tiene de impulso. De ahí que él resuma su obra en dos parejas de palabras: indignación y piedad, cólera y compasión. Y otra más: madre y espanto.
"Me encontré con las palabras. Dios las bendiga. Me salvaron la vida. Me ayudaron a sobrellevar la vida y a entender a una madre que amenazaba con tirarse al pozo o con colgarse de un árbol", dice. "Luego me encontré con una mujer. También me salvó la vida", añade refiriéndose a su esposa, la poetisa Francisca Aguirre.
Grande no ha parado en todo este tiempo, pero la poesía, dice, es otra cosa: "Es un estado de gracia, no un género literario. Necesita una disposición especial, una mezcla de inocencia y coraje".

A él esa disposición le "volvió" en Auschwitz. ¿No le paralizó saber todo lo que habían escrito las propias víctimas? "Auschwitz supuso tal nivel de regresión humana -mezcla de comportamiento prehistórico y muerte industrial- que un intelectual de nuestro tiempo tiene la obligación de enfrentarse a un hecho así".

1950 kilos de pelo
(Fragmento del poema La cabellera de la Shoá)

Mil novecientos cincuenta kilos de pelo de mujer
pesando para siempre sobre la pesadumbre craneana.
Mil novecientos cincuenta kilos de pelo de mujer
partiendo en dos mitades la historia de la Historia.
Cada cabello de esta pelambrera
equivale a un crujido de placenta.
Cada pelillo de este Bulto
canta un réquiem a los alvéolos del humo y la ceniza.
Cada uno de los pelos de esta hecatombe capilar
llora con todos su dos ojos al pie de la tijera
uno a uno lagrimando el Poder del desprecio.
Y cada cabellito de esta pelambre muda
en un discurso universal de pena
y un párrafo de luto colosal
y una conversación sensual con el futuro
y un mitin amoroso cebado de memoria.
En cada anonimato de ese pelo
vuela con una lágrima en el pico
la muchedumbre de la consolación.
¡Baja a esta cueva misericordiosa!
Esta es la cabellera de la Shoá.
Calla más que el silencio y está ciega.
Lo ve todo. Retumba.

("Si no llegan las palabras es que no lo mereces, de Félix Grande. El País, 11/05/2011, p. 36)

1 comentario :

JOSÉ LUIS MORANTE dijo...

Félix Grande ya no está; la poesía española actual tiene menos luz, es más oscura, tiene un latido menos en su equilibrio entre ética y estética. Pero no hay distancia que no pueda recorrer su poesía. En cada uno de sus libros nos queda un camino de regreso. Descanse en paz.