4/2/11

Vladimír Holan no creía en Dios, creía en los milagros


El poeta checo Vladimir Holan

Resurrección

¿Que después de esta vida tengamos que despertarnos un día aquí

al estruendo terrible de trompetas y clarines?

Perdona, Dios, pero me consuelo

pensando que el principio de nuestra resurrección, la de todos los difuntos,

lo anunciará el simple canto de un gallo...

Entonces nos quedaremos aún tendidos un momento...

La primera en levantarse

será mamá... La oiremos

encender silenciosamente el fuego,

poner silenciosamente el agua sobre el fogón

y coger con sigilo del armario el molinillo de café.

Estaremos de nuevo en casa.

(Del libro Dolor. Traducción de Clara Janés)


"Vladimír Holan no creía en Dios, creía en los milagros; creía en el pueblo, no en los que se erigen en sus representantes exclusivos. (...)

"El poeta y el artista digno de ese nombre", escribió en 1946, "cambia el mundo y lo crea de nuevo, sea con la fuerza de la humildad, sea con la fuerza de la rebelión". (...)

Holan era "el mejor poeta" de su generación según su amigo Jaroslav Seifert, que recibió el Premio Nobel en 1984. Para entonces, Holan, al que llamaba "ángel negro", llevaba cuatro años muerto.

Igual que el hermetismo juvenil aprendido de Mallarmé había dado paso a una poesía popular y narrativa -algunos poemas son verdaderos microrrelatos-, esta dio paso a una metafísica que consigue conjugar claridad y misterio. "Para Holan todos los temas son grandes", dice Clara Janés. De ahí que imagine a Hamlet como "un Mozart dado a la bebida" o prefiera el canto de un gallo a las trompetas celestiales para el día de la resurrección.

Cuando en 1980 salió de su casa con 75 años para morir en un hospital, Holan no había dejado aquellas cuatro paredes más que un puñado de veces. Ni siquiera acudió a recoger los premios que empezaron a reconocer su obra cuando, a partir de 1963, la efímera revolución de terciopelo contribuyó a levantar el castigo a sus libros.

Todas las distancias de su vida las había recorrido cuando era un niño de seis años que caminaba cuatro kilómetros diarios para estudiar latín en un convento cercano a Podolí, el pueblo al que se había trasladado su familia desde Praga, la ciudad en la que había nacido en 1905.


"¿Por qué es pesado tu vuelo,

por qué se atrasa?

-He pasado quince años

hablando al muro

y ese muro lo arrastro yo solo

desde mi infierno

para que ahora

os lo diga todo...".

Eso dice el poema que abre Miedo, escrito el mismo año en que dejó de ser un autor prohibido." (El País, 03/02/2011, p. 38)

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