Ayer, día 15 de enero, celebramos el Dondoyaki. Yoshiko ha adornado la casa con ramitas de pino. Dice que en su país esas ramas se queman en las plazas como culminación de una fiesta que recrea la llegada del año nuevo con sus buenos augurios, sus promesas y sus esperanzas de mejora. Hemos quemado simbólicamente un manojo de hojas secas. En lugar de hacer el ritual sintoísta que se practica en estas ocasiones frente al altar doméstico, simplemente me ha pedido que exprese un deseo antes de encender las hojas.
-Que lo que estoy viviendo este año no acabe siendo sólo un sueño.
A continuación, ella ha expresado el suyo:
-Que nieve este invierno.
Bebimos mucho sake. Hoy nos hemos levantado con dolor de cabeza.
Hay un haiku del monje Saigyo que dice:
Si yo no creo
que lo real sea real,
¿cómo creer
que son sueños los sueños?
-Que lo que estoy viviendo este año no acabe siendo sólo un sueño.
A continuación, ella ha expresado el suyo:
-Que nieve este invierno.
Bebimos mucho sake. Hoy nos hemos levantado con dolor de cabeza.
Hay un haiku del monje Saigyo que dice:
Si yo no creo
que lo real sea real,
¿cómo creer
que son sueños los sueños?
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