“El poeta Jodásevich, que también había abandonado Rusia para instalarse en París, había escrito:
Quién sabe porque me acuerdo de ti.
Va una carroza con las ruedas rojas:
Quién sabe porque me acuerdo de ti.
Se enciende una luz en el pasillo de noche:
Quién sabe porque me acuerdo de ti.
Siempre, en todas partes, por tierra y por mar,
O incluso en el cielo, me acordaré de ti…”
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