"Al bajar del avión en Bruselas la nieve y el viento me hacen recordar los versos del poeta norteamericano Archibald Macleish: All night in Brussels the wind had tugged as my door,
"En Bruselas, anoche, tuve el viento a mi puerta:
tiraba de mi puerta y combaba los árboles,
y para mí, recién llegado en aquel país,
era un extraño viento que soplaba
sin cesar, envarando las paredes, el piso,
el techo de mi cuarto. No podía dormir
pensando que él también era un muerto extranjero
y, bajo tierra, sentía en el flujo del viento
las raíces tirantes, sin poder comprender,
recordando los vientos lacustres de Illinois,
a aquel extraño viento. Y en la arena sus huesos
escuchaban".
Son las cuatro de la tarde y ya es noche cerrada. Apenas vislumbro, desde la ventanilla del automóvil, alma alguna que camine por sus rectilíneas calles. Al llegar al Hotel Amigo, en la Rue de l'Amigo 1-3, me siento de nuevo como en casa. Voces en todas las lenguas, un ir y venir también tempestuoso pero, sin embargo, estas paredes discretas y confortables me calman de la inquietud." (CÉSAR ANTONIO MOLINA: Adiós, Bruselas. El País, ed. Galicia, Opinión, 09/05/2009, p. 31 )
11/5/09
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