Sauce
Y el haz de árboles vetustos.
PUSHKIN
Crecí en un silencio de arabescos,
en una estancia fresca, de niños a principios de siglo.
No me interesaban las voces humanas,
pero comprendía bien la voz del viento.
Amaba cardos y ortigas,
y sobre todo mi sauce de plata.
Buen compañero toda la vida,
sus ramas llorosas
abanicaban mi insomnio con sueños.
Y, quién lo dijera, le he sobrevivido.
Allí queda su tronco, y con voces extrañas
hablan otros sauces
bajo el cielo nuestro. Y yo callo...
Como si se hubiera muerto un hermano.
1940
Anna Ajmátova
(En: Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva: El canto y la ceniza. Antología poética. Selección y traducción de Monika Zgustova y Olvido García Valdés. Círculo de Lectores. Barcelona. 2005)
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